El ajuste según Macri

Dijo textual: “Sabemos que el sistema de inscripción online ha dejado a la luz algo que siempre sucedía pero quedaba oculto en la falta de transparencia. Este sistema moderno, que se va a ir perfeccionando año tras año, nos mostró dónde estamos parados y hacia dónde tenemos que ir. Hoy podemos hacer diagnósticos precisos y trabajar con mayor foco donde están las necesidades.”

El problema de la falta de vacantes en el sistema público no se generó este año. Pero es un resultado inevitable de la política de no edificar las escuelas comprometidas. Política que realmente cumplió su administración. Por ejemplo, tener fondos para construir nuevas escuelas fue el argumento con el que se vendieron terrenos en Retiro. Allí su amigo Caputo ya edifica edificios de oficinas. En tanto, las 31 escuelas prometidas están en veremos.

¿De qué se trata? ¿Ineficiencia? Sólo en parte. El del PRO es un gobierno que puede ser muy veloz para hacer lo que le interesa, por ejemplo el Metrobus en la 9 de Julio. Cuando no construye escuelas es porque deliberadamente intenta disminuir la matrícula pública. Porque se trata de un vulgar ajuste en áreas que la derecha no considera prioritarias.

Salud y educación públicas para ellos es nada más que asistencia social para los más pobres. Puede ser de segunda y cuarta categoría también. ¿Un botón de muestra?, los centros de desarrollo para la primera infancia. Guarderías a cargo de madres cuidadoras reclutadas por asociaciones civiles que reciben módicos subsidios del estado que, eso sí, pone un gran cartel en la puerta. Nada de personal docente calificado ni obligaciones estatales con la formación de los chicos. Cero preocupación por la calidad educativa. ¿Para quiénes son esos lugares? Para hijos de padres trabajadores que no tienen ninguna alternativa accesible.

Para los demás, el mercado. ¿Cuánto cuesta por mes un jardín de jornada completa con comedor? Dos mil trescientos pesos en Parque Patricios, por caso. Son esos valores los que empujan a muchos hacia la educación pública. Y en la educación pública se acentúa la falta de vacantes por el achique de la inversión en más escuelas. Para cerrar el circuito, el año pasado el gobierno porteño le retiró subsidios a 150 colegios privados y unas cien mil familias debieron afrontar un gasto mayor todavía para solventar la educación de sus hijos. ¿Si esto no es ajuste, qué es?

Por cierto nada de esto ocurre en una ciudad sin plata. Todo lo contrario. Nunca hubo tantos fondos disponibles. Medidos en pesos y en dólares, como más le guste al lector. Es que el extenso período de crecimiento económico que vivió nuestro país desde la gigantesca crisis del 2001, aportó ingresos en aumento constante a la administración local.
Con una diferencia. Si Buenos Aires pudo atravesar aquella crisis ampliando servicios sociales para abordar sus costados más dolorosos y sin ningún ajuste, ahora se ajusta para poder hacer más negocios con los amigos y, de paso, para expulsar de la ciudad a los más pobres.

Lo que sucede con la educación es una muestra. También ocurre lo mismo con la salud pública, donde están rebajando los salarios a los trabajadores de poco, mes a mes. Otro tanto, con la política represiva frente a las necesidades de vivienda de los sectores más marginados, que deben pagar fortunas por mal vivir en cuartuchos miserables de hoteles, casas tomadas y villas, con la complicidad de todo el aparato estatal.

El PRO no es solidario ni cree en la justicia social. Tampoco hace nada para disimularlo.
Lic. Gerardo Codina