La maternal resistencia

Analizar como una cuestión de género el rol de las madres en nuestra sociedad es una tarea compleja pero muy interesante de abordar.

Esta semana dos trascendentes aniversarios me tocaron de manera personal y analizarlos desde esa subjetividad me permite abordarlos.

Será por mi reciente maternidad, será porque estoy a punto de cumplir los 30 que esta conmemoración de la histórica marcha de 24 horas de Madres de Plaza de Mayo y el nuevo cumpleaños de la democracia me movilizaron de manera particular.

El pasado jueves fui con mi hijo, quien apenas camina, a la marcha de la resistencia. Muchas de ellas también apenas caminan, están viejitas, más lentas, son menos pero ahí estaban, pidiendo lo mismo, justicia por sus hijos. Escuché a una que arengaba al resto con mucha energía: “Acá estamos en la plaza, llevamos muchos años de lucha pidiendo justicia por los treinta mil desparecidos”, decía con voz muy firme.

Todo eso ocurría allí, ante la mirada de la Pirámide de Mayo, otra mujer, “símbolo umbilical de la libertad”, donde descansan los restos de Azucena Villaflor junto a la tierra en la que encontraron los restos del Che, en Bolivia, otro hijo que parió esta patria para luchar por la libertad.

Y ahora que soy mamá comprendo que se vive diferente con un hijo, que se lucha diferente. Cuando yo comencé con contracciones de parto me mandaron a la plaza a caminar y como Plaza de Mayo es la más cercana a mi hogar ahí fui. Mientras pasaba por detrás de la Pirámide de pensaba en la metáfora que me regalaba la vida. Él luchando por salir de la oscuridad de mi vientre y yo sólo quería abrazarlo y saber que estaba bien. Por supuesto, nos diferenciaba lo doloroso de la incertidumbre. La mía terminó esa noche y tuvo un final feliz.

Y es así la maternidad atraviesa todo. Hace poco más de treinta años mi mamá fue conmigo en la panza a votar por primera vez. Y decidió llamarme Esperanza, que supongo que fue el sentimiento que primaba en aquella jornada.

En nuestro país siempre hay una madre asociada a la lucha, las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo son un ícono de ello. Pero todos conocemos a las Madres del Dolor, a las Madres contra el Paco. Sabemos quién es la madre de Marita Verón, de Luciano Arruga, de Lucas Menghini, de Kevin Sedano, de Diego Peralta, de Erica Soria, y de Camila, quien luchó por la muerte digna de su pequeña. Son algunas de tantas miles de madres que perdieron a sus hijos en hechos injustos.

Pero también están las madres que tienen a sus hijos, y luchan en lo cotidiano, para brindarles un futuro mejor, las que tejen redes sociales y a través de ellas sostienen a la tribu.

Citando a Martín Barbero: “Frente a la provisionalidad y rotatividad del mercado del trabajo que, especialmente en tiempos de crisis económica, dificulta la formación de lazos permanentes, es en el barrio donde las clases populares pueden establecer solidaridades duraderas y personalizadas. Porque es en ese espacio donde quedar sin trabajo no significa perder la identidad, dejar de ser hijo de Fulano o Zutano…pertenecer al barrio para las clases populares, significa poder ser reconocidos en cualquier circunstancia”, en este sentido el autor agrega que las mujeres “hacen el barrio a partir de una percepción de lo cotidiano configurada básicamente desde la maternidad. Una maternidad social que en lugar de encerrarse sobre su familia hace del barrio su espacio de despliegue y ejercicio”.

En este sentido no puede negársele a esta gestión que ha reconocido en gran parte, aunque aún queda ganar batallas, la lucha de miles de mujeres. Siempre les ha dado un lugar central y todo el reconocimiento a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Otorgan un subsidio exclusivo para madres. Permitieron el aborto no punible para las que no desean asumir el irreversible compromiso de ser madre. También la Ley de Fertilidad para que sean que madres quienes no pueden hacerlo de manera natural. Intensificaron la lucha contra la trata de personas, que explota a miles de madres y comenzó a trabajar contra la violencia de género que deja sin madre a cientos de niños por año.

En los últimos días se cumplieron treinta años de democracia y durante esta porción de la historia millones de madres luchan por justicia para sus hijos y por un mundo mejor para los hijos de todas. Cuando el inconmensurable amor de madre se transforma en resistencia una sociedad mejor es posible.

Madres del Dolor, Madres contra el Paco, madres todas y cada una, Madres de la Plaza, el pueblo las abraza; y las necesita…