Más de 300 animales silvestres que iban a ser comercializados ilegalmente en los alrededores de la feria de Pompeya fueron incautados en un operativo conjunto de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable (Sayds) y Gendarmería, en la esquina de las avenidas Sáenz y Perito Moreno de ese barrio del sur porteño.
Son 301 ejemplares, de los cuales 255 son aves entre las que se destacan lechuzas de los campanarios, cardenales, brasitas de fuego, jilgueros, reina mora, cabecitas negras y corbatitas.
También hallaron siete coipos (comúnmente llamadas nutrias), 35 tortugas de tierra y tres culebras.
El operativo se realizó a partir de una investigación iniciada por la Fiscalía de Distrito de Barrios de Nueva Pompeya y Parque de los Patricios, correspondiente a la Unidad Funcional de Instrucción en lo Criminal y Correccional del cinturón sur.
La coordinación estuvo a cargo de Gabriel Terny, director de Fauna Silvestre de la cartera ambiental, que es la autoridadad de aplicación de la Ley 22.421, que regula la materia.
“Estos operativos buscan desalentar el consumo de estas especies de animales silvestres, ya que no son mascotas y comúnmente lo que sucede es que para llegar hasta acá y ser vendidas, transitan un camino muy largo” y en pésimas condiciones, dijo Terny.
El funcionario explicó que los animales viajan “hacinados y en condiciones muy malas de sanidad. Eso genera que se contagien enfermedades, muchos mueren en el traslado y los que llegan a los puestos de ventas, por lo general, lo hacen en pésimas condiciones”, detalló.
“Para nosotros es importante mostrar que las especies silvestres necesitan de los ambientes naturales para vivir, pues están preparadas para vivir en espacios abiertos y no en espacios de mascotismo”, señaló.
Terny advirtió que en esta comercio ilegal “también tiene que ve la parte sanitaria: a veces la fauna silvestre puede generarnos algún tipo de enfermedad porque son animales de los que desconocemos su biología y no sabemos muy bien cuáles son sus comportamientos”, lo que “pone en riesgo la salud humana”, apuntó.
La Ley 22.421, de Conservación de Fauna Silvestre, encomienda a la autoridad de aplicación fiscalizar la caza, tenencia, comercio, tránsito y producción de animales de fauna silvestre, sus productos y subproductos.
La norma define como fauna silvestre “todos aquellos animales que viven libres e independientes del hombre en ambientes naturales y artificiales” y también los “bravíos o salvajes que viven bajo control del hombre”, en cautiverio o semicautiverio.
El comercio de esos ejemplares está prohibido, salvo que provengan “de planes de manejo aprobados o de criaderos habilitados” y tengan la correspondiente documentación. Y hay especies, como la tortuga terrestre, cuya venta está totalmente prohibida.
En ese barrio del sur porteño funciona la popular “Feria de los Pájaros” de la Asociación Cultural de Ciencias Naturales de Nueva Pompeya, constituida como como entidad sin fines de lucro y con personería jurídica desde 1982.
Declarada hace décadas “de interés municipal turístico” por su “carácter de paseo público tradicional”, la feria funciona en avenida Saenz 790 a la altura de la estación del mismo nombre de la línea Belgrano-Ramal G y es “la única fuente de trabajo de más de setenta familias”, dice la asociación en su portal de internet.
El espacio, señalan, “le asigna características particulares” a Pompeya y es “reconocido mundialmente”, por lo que le confieren “suma importancia” a su conservación pues “su inexistencia ocasionaría también la pérdida de la identidad cultural del barrio.
La institución se mantiene solo mediante “las cuotas sociales de sus afiliados”, con setenta puestos que brindan “la posibilidad de observar diversas especies animales y la oportunidad de adquirirlas junto a los alimentos y hábitos a un precio accesible”, indica el portal de la asociación y asegura que no tiene “ninguna relación con la venta ambulante situada en las veredas linderas a la feria”.
Los animales incautados en los operativos realizados hoy “van a ser puestos en para realizarles exámenes y determinar sus condiciones sanitarias.
“Una vez que pasen las instancias de salud, se evaluará técnicamente si están listos para liberarlos en su entorno o ambiente natural, para lo cual hay que identificar muy bien las especies y tratar de encontrar la manera de identificar de dónde las trajeron, que por lo general son del norte de nuestro país”, indicó el director de Fauna Silvestre.