Un informe del Observatorio Urbano Local – Buenos Aires Metropolitana indica que la urbanización de las villas y el mejoramiento de las áreas urbanas degradadas de la Capital Federal es vital para la inclusión e integración de los jóvenes de esos barrios.
De acuerdo con datos obtenidos por esa entidad del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA), los barrios marginados poseen un 65% más de población de hasta 17 años que el resto de la Capital.
La medición del ODSA de 2013 señala que la población hasta 17 años representa el 28 por ciento de la ciudad en su conjunto y la de más de 60 años el 14,9, mientras que en asentamientos y villas esos tramos etarios representan el 46,4 y 4,4 % respectivamente.
De estas cifras se desprende cómo la inclusión e integración urbana de los sectores marginados podría contribuir a que la ciudad pueda modificar su pirámide poblacional regresiva, en la que la base es más pequeña que los escalones siguientes debido a que la natalidad es baja, evidenciando el envejecimiento promedio de los habitantes.
La cantidad de población de la ciudad de Buenos Aires denota un estancamiento durante las últimas siete décadas, registrando en la actualidad cerca de 2.891.000 habitantes según el censo 2010, 90 mil residentes menos que los 2.981.000 habitantes de 1947.
Según los datos relevados por el OUL-BAM, que depende de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, esta estabilidad demográfica de casi 70 años contrasta con el crecimiento geométrico de la ciudad entre 1914 y 1947, periodo en el que había prácticamente duplicado su población, pasando de 1.575.000 a 2.981.000 habitantes.
El estancamiento porteño no encuentra un reflejo en las cifras nacionales y regionales: en 1947 la Argentina, con aproximadamente 16 millones de habitantes, poseía 5,3 veces la población de la Capital, y en 2010 la proporción se elevó a 13,8 veces (40 millones en el país).
Estos desfasajes en la composición de la población son de relevancia ante la problemática de las villas de emergencia, cuyos habitantes reclamaban por la prometida urbanización de los asentamientos precarios, en una ciudad donde una de cada cinco viviendas están vacías producto de la especulación financiera y de la construcción de edificios torre como alternativa de ahorro.