El objetivo es evitar que se generen desalojos de los conventillos en el barrio. Esto se debe a una normativa del distrito de las artes que lo que hace es cambiar algunas condiciones de zonificación de la zona.
El Voluntariado Universitario de la FADU y Construir desde aquí, acompañan a los vecinos del barrio porteño de La Boca en su lucha contra el desalojo. Esto es en el marco de la expansión del nuevo distrito de las artes que invitan a que las empresas audiovisuales se radiquen en la zona para expandir el distrito y quienes lo hagan tienen beneficios impositivos. Por este motivo, en lo que va del año aparecieron varios compradores de viviendas, precisamente de conventillos. Esto genera diversas situaciones, en algunos casos, los nuevos propietarios, les proponen a los vecinos que sigan viviendo ahí a cambio de que le paguen un alquiler de $1800 pesos que es el subsidio habitacional que les da el Gobierno de la Ciudad por un año a los desalojados.
Mariano Bascans, arquitecto y director del proyecto explica: “En el 2007 cuando Macri llegó al Gobierno de la Ciudad desfinanció el proyecto de la ley 341 que implica la autogestión para la vivienda en Buenos Aires, mediante la cual, un grupo de personas se pueden conforman en una asociación civil o cooperativa y pueden acceder a un préstamo para comprar un terreno o construir su vivienda.” Así, se evitaría esta situación de desalojo que hoy sucede constantemente en ese barrio. Felipe Morales, Geógrafo y Coordinador territorial del proyecto: “lo que hace es una inversión: compra una propiedad a un precio, esperando que a cinco o diez años este distrito de las artes agarre más vuelo, y de a poco se empiece a sustituir esta población por otro tipo.” Bascans agrega “El tipo les resuelve todo durante. Un conventillo lo pagó cincuenta mil dólares, son diez familias cada una paga 1800 por mes y en dos años recupera la inversión.”
Uno de los casos que tomó mayor relevancia es el del conventillo de la calle Ministro Brin, este conventillo estuvo a punto de ser desalojado. Pero apareció el juez Gustavo Caramelo quien decidió no desalojar hasta no tener una solución concreta de las familias. Llamó a sentarse al propietario, a los vecinos y al Gobierno de la Ciudad. Entonces apareció la opción de que los vecinos compren el terreno con una estrategia combinada. El propietario lo va a vender por 850 mil pesos, se quedarán 15 familias, entonces el juez hizo que el Gobierno de la Ciudad pagara el subsidio todo junto (los 1800 por doce meses a cada familia por desalojo)”.
“Es una parte de la solución, también vio cuáles podían acceder a crédito de las familias son tres; así, estos créditos son 300 o 350 mil pesos y se suman a los subsidios, de este modo, se llega a la plata para la venta que pedía el dueño. Se registra a una cooperativa de vivienda de las familias que están viviendo ahí serían los propietarios. Dos familias que toman el crédito sería pagado por todas las familias”, añade.
Bascans dice: “Con esto estamos viendo como otra vía de acción sobre los jueces: si hay uno que lo hizo el resto lo podría hacer. Hace poco hubo un intento de desalojo y se paró cuando inicialmente, era mandar a desalojar enseguida. Es porque el juez jugó un buen papel.”
El juez Caramelo, se involucró con el caso y hasta fue a visitar el conventillo. El trabajo de relevamiento que el equipo del voluntariado universitario “Construir desde Aquí” llevó adelante durante el mes de noviembre sirvió para que la presidenta de la cooperativa, Emilia Ortiz, y los demás vecinos expusieran al juez su situación. El asesoramiento de los referentes de la Comisión Nacional de Tierras, el rol del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación en la conformación de la cooperativa, y el relevamiento del equipo del voluntariado, contribuyó para que el juez destacara el apoyo y la capacidad organizativa de la Cooperativa de Vivienda “Crecer en ministro Brin”.
Bascans señala: “Sabemos que es un problema político. Porque si hay un dueño, hay propiedad privada, a lo sumo se pueden pelear mejores condiciones para irse pero la pelea es política. Porque hoy las condiciones que propone la Ciudad son subsidios, y después del año arréglaten, no soluciona el problema en dónde vivir. A través del voluntariado, es una manera de poner a la universidad al servicio. Hay mucho descreimiento de la gente, costaba mucho que se involucre con el problema. Además, hay una situación que es que la gente hace años no paga nada, ni alquiler, los viejos propietarios dejaron caer el lugar siguen siendo los dueños pero están a la deriva.”
“Con el voluntariado nos dimos cuenta que nos podía servir para concentrar y profundizar la información que hay; en el sentido general de todo el barrio y particular de cada conventillo. Comenzamos a elaborar un informe; y luego a construir algo para que le diera visibilidad al problema para el año que viene tenemos previsto hacer algunas acciones en la facultad, contar la experiencia. Pensamos que lo que hacemos le tiene que servir para que los vecinos mejoren su capacidad organizativa” asegura Bascans. “Sabemos que el voluntariado no es una herramienta, es un aporte. Va a ayudar a fortalecer la comunicación con los vecinos y a su organización” completa Morales.
El relevamiento que hicieron dice cuántas personas viven, de qué manera se distribuye el conventillo con un plano que explica cómo está distribuido en el lugar.