Lee Sung Yop el dueño del taller incendiado en Flores fue imputado como presunto autor del delito de trata de personas con fines de explotación laboral.
“Lo que conseguimos en estos seis meses de la investigación es demostrar que para que haya delito de trata en contexto urbano quizás no se cumplen algunos requisitos, como que estén encerrados o la retención de los documentos, pero si se dan muchísimos otros”, explicó Gabriela Carpineti, abogada de los padres de Rodrigo Menchaca, de 10 años, y Adair Rolando Mur Menchaca, de 5, los niños fallecidos en el incendio del taller de la calle Páez 2796.
La abogada sostuvo que “en este caso, el juez (Rodolfo) Canicoba Corral entendió que hay motivos suficientes para imputar a Lee Sung Yop como presunto autor del delito 145 bis, trata de personas con fines de explotación laboral”.
Desde el 17 de diciembre, la Justicia tendrá diez días para resolver la situación procesal del empresario coreano, esto es procesarlo, sobreseerlo o dictar la falta de mérito.
“Lo que nosotros hemos logrado demostrar hasta ahora es la existencia de elementos de este delito como, por ejemplo, el engaño y el fraude”, sostuvo Carpineti.
Y añadió: “La familia Mur-Menchaca cobraba prendas que producía exclusivamente para este empresario que era además quien alquilaba el local. Todos los trabajadores estaban en negro, no percibían por tanto salario sino remuneraciones que en muchas oportunidades eran retenidas por Lee Sung Yop diciéndoles que se usarían como parte de pago para las máquinas, lo que también fue mentira”.
Los testimonios dieron cuenta, además, de que había “violencia verbal permanente y una exigencia constante de incremento de la productividad, además de que los amenazaba con que no debían abrir la puerta por las dudas que viniera AFIP, y también les decía que no salieran mucho porque podrían ser deportados”.
“El empresario incurría además en abuso de autoridad porque la propiedad oficiaba de vivienda durante la semana entonces las presiones eran cada vez mayores”, sostuvo.
Y añadió que “toda esa presión se daba, además, en un contexto de vulnerabilidad del grupo familiar, que recién llegaban a nuestro país, sin recursos, sin contactos y sin conocer el escenario laboral de Argentina”.
El primero en llegar a la Argentina del grupo familiar que trabajaba en ese taller fue Roberto Menchaca, hermano de Corina, mamá de los niños fallecidos, quien vino con otro de sus hermanos Victorino al poco tiempo, ya a trabajar para el empresario coreano en el taller.
En 2007, otra de las hermanas de Corina, Amparo, se sumó junto a su esposo al trabajo en el taller de Páez y dos años después empezó Esteban Mur, quien se convirtió en pareja de Corina, con quien tuvo a Adair Rolando.
La mañana del 27 de abril Rodrigo y Adair Rolando estaban durmiendo en el taller junto con Amparo (no habían tenido clases porque el día anterior había habido elecciones) cuando una vela prendió fuego un colchón y desató el incendio.