Claudia Sosa tenía 32 años y hacía ocho meses que vivía en la planta baja A de Tucumán 1545. Su familia era de La Tablada, partido de La Matanza. El monoambiente en el que apareció muerta tiene un entrepiso de madera. Abajo está el living con cocina integrada en donde la encontraron muerta. Arriba, dos habitaciones pequeñas.
En una tenía la camilla y los electrodos que usaba para hacer masajes a sus clientes y, en la otra, su cuarto. Al momento del hallazgo la cama estaba impecable y ella tenía puesto un jean y una remera blanca.
Según contó la hermana en la televisión y un testigo a Cosecha Roja, en la casa faltaba una notebook y no había plata. Los investigadores encontraron la vaina de una bala 9 milímetros, tres celulares, y una llave dentro de un frasco. La Justicia cree que el asesino usó el llavero de Claudia para cerrar el departamento cuando escapó.
El sábado a la noche un vecino que bajó a pasear al perro dijo que escuchó música en el departamento de Claudia. El martes, la vecina del B sintió olor a podrido en el pasillo y le avisó al encargado. Hacía varios días que no veían a la masajista.
Según contaron fuentes judiciales, el miércoles a las 2 de la tarde el dueño del departamento fue con un cerrajero y abrieron la puerta. Encontraron el cuerpo en estado de putrefacción. La Unidad Criminalística Móvil de la Policía Federal confirmó que la bala en el ojo derecho y la autopsia del Cuerpo Médico Forense determinó que Claudia murió entre la tarde del domingo y la del lunes.
Los vecinos contaron que Claudia recibía entre tres y cuatro hombres de traje por día. Aunque la hermana negó que ejerciera la prostitución, los investigadores todavía intentan determinarlo: están analizando los llamados y los mensajes de whatsapp de la víctima, y las cámaras de seguridad de la zona.
En octubre del año pasado mataron de un disparo a Marcia, una mujer de la misma edad que ejercía la prostitución en un departamento a seis cuadras de ahí.
Según el informe anual de la Casa del Encuentro sobre femicidios, en 2014 mataron a diez mujeres “en presunción de prostitución o trata” y 4 de los femicidas eran proxenetas.