Ciudades: de suelo urbano a commoditie

Por Mariana Segura, arquitecta, urbanista y feminista

Los mercados de suelos siempre fueron de base local, es decir, valorados por su ubicación en la localidad. Sin embargo, desde que el mercado de suelos comenzó a considerarse una industria, se organizó un sistema global asociado al sistema financiero, y más precisamente, a los capitales off shore que baja a las ciudades y las transforma.

Por eso, cuando la industria inmobiliaria global interviene un mercado de suelos local éste empieza a incorporar distorsiones profundas. El suelo urbano y sus construcciones dejan de ser valoradas principalmente por la localización y pasan a organizarse a través de valores internacionales, puestos arbitrariamente por la industria. Por supuesto, estas industrias dicen trabajar para clientes internacionales, que no son otros que el propio capital financiero.

Es así como el suelo urbano se va convirtiendo en un commoditie, que elige y se apropia de localizaciones vinculadas a identidades históricas de un barrio o al acceso a espacios naturales únicos, y opera buscando la oferta más baja para construir una nueva propuesta de lujo.

El actor principal de estas ciudades sigue siendo hombre y blanco, como bien nos aportan las innumerables reflexiones de Ana Falú, aunque ahora fundamentalmente es un actor fuertemente enriquecido a través de maniobras evasión y blanqueo, un inversor extranjero excelentemente representado por actores locales asociados.

Esta situación ocurre en todo el mundo: más de la mitad de la superficie de las mejores localizaciones de Londres, Viena o cualquier otra ciudad importante europea ya no pertenece a ciudadanxs locales sino a fondos de inversión.

Esto produce una expulsión de lxs habitantes históricos de cada ciudad, tanto de sectores bajos, como de sectores medios y medios altos. Una familia de profesionales exitosos que viven en cualquier capital europea hoy no puede garantizar que sus hijxs puedan vivir en la ciudad.

Al proceso de desposesión, se le suma la financiarización de la vivienda, en especial de la vivienda de barrios populares. Raquel Rolnik, ya lo advierte en su libro “La guerra de los lugares. La colonización de la tierra y la vivienda en la era de las finanzas”, en el cual la vivienda deja de ser un bien social y pasa a ser un objeto solo accesible a las grandes corporaciones.

Ejemplo de esto es lo sucedido en Berlín hace dos meses, cuando el Estado decidió expropiar 240 mil viviendas, a propietarios que poseen más de 3000 cada uno, debido a que producto de esa financiarización, más del 80% de su población alquila a valores exorbitantes.

Las ciudades latinoamericanas no están exentas de este nuevo modelo de ciudad. Sin ir más lejos, en la Ciudad de Buenos Aires, los barrios populares hechos por el Estado, se encuentran finaciarizados y toda la costa atraviesa un proceso de transformación en ese sentido, llevado adelante por el gobierno local, que no es otro que el socio de estos capitales off shore.

Las distintas luchas que se están dando, entre las cuales aparece el Colectivo de Arquitectas en defensa de las tierras públicas -que buscan evitar la venta de las tierras costeras-, son centrales para colocar el tema en agenda pública y lograr frenar el proceso de desposesión, tratando de evitar la expulsión de la ciudadanía porteña de su propia ciudad y mitigando los efectos que produce esta distorsión en los valores del suelo que afecta hasta las zonas más lejanas del área metropolitana.

Seguramente habrá otros colectivos, asociaciones y grupos embarcados en la misma lucha en otras ciudades. Tal vez sea tiempo de conectarnos y elaborar estrategias comunes.

(©) Consultora en Planificación Urbana y Territorial. Docente de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNLP. Actualmente Directora de Mejoramiento de Barrios y PROMEBA de la provincia de Buenos Aires