Primarias y boleta única

Al establecer las primarias abiertas, obligatorias y simultáneas para la selección de los candidatos que postularán los partidos políticos, la Ciudad parece adherirse al régimen nacional instrumentado por iniciativa del gobierno de Cristina Fernández.

 

Las PASO resultaron una novedad institucional significativa en la vida democrática y a poco de andar se vio sus ventajas en la consolidación de la gestión democrática de los partidos políticos. Tanto, que los dirigentes kirchneristas se reprocharon no haberle sacado el jugo siendo los creadores, a la vista de los resultados que tuvo para el variopinto conglomerado liderado por Elisa Carrió.

 

Billetera mata galán

 

Pero el sistema decidido por los legisladores porteños es una mala copia del original. Un elemento de capital importancia para la vida política está ausente. En el orden nacional todos los partidos tienen acceso igualitario y gratuito a los espacios de comunicación audiovisual (radio y TV, en principio), con independencia de sus votos anteriores o el número de afiliados. Además la ley nacional prohíbe la adquisición y venta de espacios en esos medios para publicitar propuestas políticas.

 

La iniciativa kirchnerista significó una radical democratización del acceso a los principales medios de comunicación, esenciales en la actualidad para la vida política. Pero eso no está contemplado en la ley porteña. Entre nosotros, quién disponga de más dinero, lo podrá hacer valer a la hora de dar a conocer sus candidatos y sus propuestas. Es sabido que más dinero no es igual a mejor propuesta. Algo que no tuvieron en cuenta nuestros legisladores.

 

La otra diferencia es que, para los cargos ejecutivos, la ley nacional exige la selección de la fórmula completa. En cambio, la iniciativa macrista deja al ganador la posibilidad de elegir su compañero de fórmula. En las primarias se elige el candidato a Jefe de Gobierno de tal partido entre varios postulantes. El más votado será el que vaya a las elecciones y tiene la libertad de elegir a su compañero de fórmula. Eso habilita que sectores internos contrapuestos puedan integrarse luego de conocidos los resultados de las primarias. Algo parecido a lo que ocurre con las listas de cargos legislativos, que se configuran de acuerdo a los votos alcanzados.

 

Se acabaron las listas sábanas

 

Hasta aquí lo semejante. Lo que marca la diferencia es el sistema de boleta única. Mientras que en el orden nacional todavía cada partido presenta la lista completa de sus candidatos para todas las categorías, en la ciudad y para los cargos locales tendremos una papeleta común a todos los partidos, en la que sólo aparecerán los nombres de quienes encabecen cada segmento. En vez de las listas sábanas, tan criticadas, una frazada que tapará todo lo que viene detrás de los primeros nombres.

 

La boleta única se convierte en un buen artilugio para que los partidos se eviten el trabajo de vigilar que sus boletas estén siempre disponibles para los electores. Una exigencia de la participación democrática que implica en nuestra ciudad movilizar alrededor de diez mil militantes en cada comicio. Cifra inalcanzable para muchas fuerzas, que sólo se configuran con el reducido coro de acompañantes y amigos de alguna figura mediática.

 

Así las cosas, las ventajas del nuevo método están claras para muchos políticos. Habrá que ver en qué mejora la cosa para los electores. Si hasta acá era difícil para la mayoría saber qué y a quiénes se estaba votando, con la boleta única toda pretensión de conocer a los candidatos y sus trayectorias, estará reservada para los que tengan inquietudes detectivescas. En un primer vistazo, parece que hace más opaco el sistema político y eso no mejora su calidad.

 

La convivencia de los dos sistemas en el cuarto oscuro también será problemática. En esa perspectiva se afianzará la alternativa de elecciones separadas. De esta forma, tendremos al menos cuatro convocatorias en los años electorales. Dos primarias y dos generales.

 

La puerta abierta hacia el voto electrónico que deja la nueva ley, que se viene estudiando desde hace una década en la ciudad, acentuaría la diferencia con el régimen nacional. En esto también parecería de buen sentido tratar de acordar con la Nación y la provincia de Buenos Aires los pasos a dar. Finalmente, los porteños compartimos una misma gran ciudad con el grueso de los bonaerenses.

 

Las mayorías especiales

 

Las dos leyes requerían de muchos votos. Al menos, 40 a favor sobre 60 legisladores que existen. La finalización del mandato de muchos legisladores, junto con la selección de candidatos para un importante conjunto de cargos públicos, habilitó la posibilidad de muchos matrimonios de conveniencia, que aportaron al número exigido por la Constitución para sancionar este tipo de leyes. Ese sentido de la oportunidad fue el que, pícaramente, puso en juego el macrismo para presentar a debate unas normas electorales que recién se podrán aplicar en 2015.

 

Más allá de esos trucos parlamentarios, inherentes a cualquier sociedad política, las reformas merecían un mayor debate de cara a la sociedad. Más cuando cumplimos por primera vez en nuestra historia treinta años ininterrumpidos de democracia, que se enriquecieron estos años con sucesivas ampliaciones de derechos. La última de las cuáles, la habilitación de la ciudadanía política a las mayores de 16 años, ha sido todo un tributo a los chicos que fueron víctimas de la represión durante la dictadura.

 

Lic. Gerardo Codina