En carrera

Los números lo indican. Revalidada su condición de primera fuerza en la Ciudad y de segunda en Santa Fe, a través de una alianza local también alcanzó el segundo lugar en Entre Ríos y con nombres propios quedó cuarto en Córdoba y tercero en La Pampa. En total, un 9 por ciento de los argentinos le dieron su voto a gente vinculada a Macri, lo que le permitió emerger con casi tantos diputados propios como su rival bonaerense.

Así las cosas, se trata de la cuarta fuerza nacional. Con algunas ventajas respecto de la tercera y la segunda. No tiene que dirimir su liderazgo con otros, como sí le pasará a Binner y a Cobos, entre sí y con sus aliados, como Carrió o Solanas. También tiene una plataforma de gestión desde donde seguir construyendo, a diferencia de Massa, que deberá conformarse con una diputación y hacer esfuerzos para no perderse en la multitud.

Con treinta años de ejercicio ininterrumpido de democracia por primera vez en nuestra historia nacional, se acentúa la pluralidad de voces. Nunca la suma de votos de la primera y segunda fuerza fue tan baja como ahora. Siempre bordeó el 80 por ciento de los electores y ahora sólo alcanzó el 54%. Se sumaron terceras fuerzas a la estructura fuertemente bipartidista que tenía Argentina en el siglo pasado.

Un ejemplo paradigmático son los ganadores en la Ciudad y en la provincia de Buenos Aires. Ni peronistas ni radicales plenos, con un poco de ambos y mucho de tradiciones liberales y de derecha conservadora, Macri y Massa compiten por el mismo espacio y con el mismo formato de “nueva” política, desideologizada, marketinera y empresarial.

Ambos expresan la emergencia de sectores medios urbanos y rurales que entienden su éxito social como resultado de acciones individuales. No es ocioso que tengan en el centro de sus agendas la cuestión de la inseguridad frente al delito y que piensen que se resuelve con mayor represión. Son la plataforma útil para que los núcleos de la resistencia activa al proceso de cambios abierto en el 2003, se expresen y procuren alcanzar la densidad suficiente como para hacerlo abortar.

Como muestra, el sojero De Angeli, referente del levantamiento patronal contra la política kirchnerista de redistribución de ingresos, se anotó una banca de senador por la provincia de Entre Ríos, con los colores del PRO.

A Macri le falta una figura propia en la provincia de Buenos Aires y a construirla se dedicarán estos meses. María Eugenia Vidal y el primo Jorge, intendente de Vicente López, son los que tienen la tarea. La vicejefa es vecina de Morón y sabe que en el futuro le esperaría una dura pugna con una Gabriela Michetti consolidada como la candidata con más votos a suceder a Mauricio, si pretende ese sitial para ella. Por eso se aventura a probar suerte en el mayor distrito de Argentina.

Entre tanto, Macri proyecta cómo seguir usando la ciudad de plataforma. Extender el metrobus hacia el conurbano es una de las primeras ideas. Hacia el norte ante todo, pero sin olvidar el sur y el oeste. También Lomas de Zamora y La Matanza importan. Claro que eso requiere de acuerdos con el gobierno provincial y los municipios. También la venia de Cristina. Algo de eso negoció en una entrevista con el nuevo Jefe de Gabinete nacional, el chaqueño Capitanich, que no fue sólo para la foto.

Problemas como la basura porteña que se acumula en el noroeste del conurbano, también requieren de la compresión de los adversarios, a falta de pericia propia para resolverla en su distrito. Pero seguramente, Macri no hablará en público de esto.

Otras cosas no requieren permisos. Por caso, la ingeniosa propuesta de terminar la secundaria por internet con título otorgado por la Ciudad, dirigida a llegar a cualquier rincón del país vendiendo soluciones y modernidad al alcance de todos. Se sumará a los convenios de colaboración cultural ya en marcha con numerosos municipios del interior y todo indica que no se agotarán ahí los globos que saque de la galera el imaginativo admirador de Hitler, Durán Barba, asesor estrella de Mauricio.

Plata no falta en la Ciudad. Para hablar en dólares, algo que entusiasma a muchos porteños, en diez años el presupuesto local pasó de poco más de 1.400 millones a casi 10.000 (9.722.000.000 para ser precisos, según lo aprobado por la Legislatura la última semana de noviembre). Un montón. Buenos resultados de una recuperación económica nacional, de la que salió ganando el distrito. También producto de
una mayor presión impositiva, que se agrega a la valorización del suelo urbano.

Con ese respaldo, seguirán las obras y las recorridas por el país, buscando fuera de la política los futuros abanderados del PRO en cada territorio. Famosos de todo pelaje pero con recursos propios y que no hayan transitado por ninguna gestión, para ocupar las posiciones más notorias. Se trata de tomar distancia de las formaciones partidarias tradicionales, a las que se endilga el “fracaso”.

Si las cosas salen bien, se entusiasman en el PRO, con llegar segundos a la primera vuelta es posible ganar en el ballotage. Al fin de cuentas, Kirchner arrancó con el 22 por ciento de los votos y, junto con Cristina, coronaron tres períodos sucesivos de gobierno.

Lic. Gerardo Codina